I.
Fue uno de los títulos que quedó
en mi memoria al hojear aquel voluminoso ejemplar que resumía los 1001 libros
que debían ser leídos antes de morir. Estaba completamente agotado en el mercado
local. Fue un regalo de la diosa Fortuna el que me brindó la posibilidad de
hallarlo, tras años de búsqueda, en la edición de marras. Lo viví como un galardón
al empeño y el tesón con que fui consultando periódicamente si aparecía en el
mercado de usados, a través de la Red.
II.
La obra, que se inicia en Varsovia en 1943, en
una Polonia ocupada por el nazismo -donde los judíos polacos eran reunidos en el
gueto-, se extiende durante un cuarto de siglo, en los que el autor no solo
desgrana lo que les va ocurriendo a los protagonistas sino también cómo fueron
concluyendo sus días, en una suerte de friso de época. El título es equívoco,
pues la historia a la que alude es una de las varias que atraviesan sus
páginas. Quizás El comienzo, su
título original –que remite a las sucesivas ocupaciones alemana y soviética- es
más acorde a su contenido.
III.
Irma Seidenman es una bella y
joven viuda judía, que ha perdido a su esposo médico y quien, para eludir su
destino, ha conseguido hacerse pasar con documentación falsa por la viuda de un
militar polaco. Pero un día, se choca en la calle con un cazador de judíos que
la reconoce y la lleva al cuartel de la Gestapo. Una pitillera con sus
iniciales (I.S.) confirma su identidad y es encarcelada. A partir de allí, una
serie de amigos se pondrán en marcha para lograr rescatarla.
IV.
La novela es polifónica y poliédrica. Si bien algunos
personajes deambulan en derredor de Seidenman, muchos de ellos cobran vida –e historia-
propia. Allí está el juez, que vende sus cuadros a su sastre a cambio de comida; un
joven, enamorado de la bella viuda, que intenta proteger a su mejor amigo,
judío; un abogado judío quien pide al juez que oculte a su pequeña hija; una
monja que cambia identidades; un delincuente que lucra sacando judíos del gueto;
un ferroviario -enemigo de los comunistas- son, entre otros, los que entretejen
y consolidan la trama.
V.
En estilo ameno y fluido, destaco la manera elegida por Szczypiorski para narrar los horrores perpetrados en nombre del nacionalismo, la religión y la ideología, que han afectado seriamente el tejido social de los pueblos judío, alemán y polaco, y que no acaban con la caída del nazismo sino que se prolongan con la dominación soviética. En ese sentido, la novela es una joya arquitectónica que no excluye una mirada crítica de la sociedad, sin omitir cierto tono nostálgico. En conjunto, es un canto a la resistencia hasta sus últimas consecuencias. Un libro de lectura obligada para todo buen lector. Para quienes se decidan, existe una nueva edición bajo otro sello, -que no ha visitado aun estas costas-.